Adquiérala en HENRY LIBROS, Alsina 27, Bahía Blanca o www.henrylibros.com VENTAS POR INTERNET: edicionesdelbuscador@gmail.com

domingo, 27 de diciembre de 2015

FRAGMENTOS de PREGUNTAS EN LA ARENA/ Vivaldi, el tío

A Vivaldi le llamábamos “el tío”, pero no era pariente directo,
ni indirecto, de nuestra familia. Este rozagante pampeano que había
pasado la mitad de su vida en la Patagonia vivió un par de años en
Madrid. De allí le había quedado esa costumbre de decir: “ese tío”
o “esa tía”, y los chicos del barrio comenzamos a llamarle así. Era
uno de los pocos adultos que se detenía a escucharnos, que nos
permitía intervenir en las conversaciones, que no nos miraba desde
allá arriba. Un auténtico tío.
En realidad el tío se llama Antonio, como el famoso músico
italiano de “Las cuatro estaciones”, y le gustaba tocar la guitarra.
Algún compañero, en la escuela primaria, lo bautizó Vivaldi y así
lo llamaron para siempre. Antonio Di Sarli, con su apellido tanguero,
ha sido mentor y consejero en muchos momentos y fue, finalmente,
quien me hizo regresar, muchos años después de aquellos
viajes por el camino sinuoso y de los tiempos irrecuperables de los
primeros amores de verano.
Monte Hermoso siempre fue distinto. Ahora, expandido a lo
largo y hacia arriba, tenía calles con nombres de calandrias, colibríes,
horneros y zorzales. Y para caminantes pertinaces, un poco lejos
del centro, una plaza de las corvinas, la calle de los caracoles, y otras
que mencionan tiburones, lenguados, pejerreyes y langostas.
El tío me ofreció su departamento pequeño y luminoso de la
calle Fossaty, a la vuelta de la peatonal Dufaur, que había comprado
en épocas de bonanza. Fue cuando su vida de marinero lo llevó a
Puerto Deseado y navegaba en los barcos Alvamar I y Rokko Marú.
“Se ganaba bien, pibe, y los que supimos ahorrar hemos invertido
la platita con visión de futuro, porque la vida del pescador es dura,
la salud se resiente y la vejez es una enfermedad incurable que a
nosotros nos castiga temprano”, filosofa.
Esa mañana volvimos a caminar juntos mientras él me iba
mostrando los nuevos paradores que jalonan la costa, sobre la
extendida rambla de madera. Algunos estaban en plena obra de
remodelación, como el céntrico Guardalavaca. Un poco más allá,
Pelícano, Punto Blanco y otros rivalizaban para captar la atención
de los viajeros. Grandes edificios, que yo había visto solamente en
fotos, le daban a aquel pueblito que conocí un asombroso perfil de
ciudad.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Verónica y sus historias de Monte Hermoso

Verónica es uno de los personajes enigmáticos que irrumpe en PREGUNTAS EN LA ARENA ofreciendo ser parte de la búsqueda y la investigación. Sus relatos de la vida en Monte durante los años setenta y ochenta aportan nombres, anécdotas, paisajes y lugares que han cambiado mucho.
Quienes conocieron la ciudad en aquellos tiempos revivirán momentos, y quienes no lo conocieron se asomarán a la vida de quienes permanecían en Monte durante todo el año, lo que no deja de ser apasionante como viaje al pasado reciente.
¿Logrará Verónica desentrañar las dudas del buscador compulsivo? Es otra de las dudas que plantea PREGUNTAS EN LA ARENA.

PARA CONSULTAS Y PEDIDOS escribir a edicionesdelbuscador@gmail.com

lunes, 21 de diciembre de 2015

EL FARO RECALADA, LUGAR HISTORICO PRESENTE EN LA NOVELA

El Faro Recalada es uno de los sitios más visitados de Monte Hermoso. En un punto de PISADAS EN LA ARENA, el faro ilumina la historia de los protagonistas.
Consultas y pedidos a edicionesdelbuscador@gmail.com

sábado, 19 de diciembre de 2015

¿REALIDAD O FICCION?

PREGUNTAS EN LA ARENA comienza con una historia que realmente sucedió en las playas de Monte Hermoso.Luego se mezcan realidad y ficción, personajes del presente y el pasado de un lugar privilegiado en la costa atlántica argentina.
Un hombre que siente surgir curiosidad tras un anónimo gesto solidario se obsesiona en su búsqueda y comienza a conectarse con gente que tal vez pueda ayudarlo.
La historia se matiza con relatos que pintan circunstancias y momentos de la vida de Monte Hermoso.

viernes, 18 de diciembre de 2015

PREGUNTAS EN LA ARENA... ANTICIPO DEL PRIMER CAPITULO



No sé si los ángeles pueden mover objetos.    
            No sé si existen ángeles femeninos y masculinos.
            No sé si cambian de aspecto según el momento y la conveniencia o se mimetizan para evitar molestias e impertinencias.
            He comprobado, sin embargo, que hay ángeles que se mueven a nuestro alrededor, aunque no siempre lleguen a cumplir sus metas en tiempo y forma. Los ángeles ya no suelen ser como eran en las estampitas y en los amarillentos libros del catecismo.
            Aclaro que no pretendo demostrar ni refutar aquí ninguna teoría al respecto, sino reconstruir algunos sucesos bastante fortuitos y hasta desconectados entre sí. Me propongo revisarlos junto al lector para descubrir si existe algún sentido lógico, alguna moraleja, alguna conclusión que merezca ser escrita en la última página de este libro.
            Algunos nombres han sido cambiados para respetar la privacidad de los protagonistas, y otros simplemente fueron alterados por la progresiva amnesia que ha ido ocupando los espacios que antes ocupaba una memoria inalterable y detallada.

           
La mañana veraniega era perfecta. Algo más de treinta grados, las aguas de Monte Hermoso libres de aguas vivas, una brisa leve y todo el sol. Eran las primeras vacaciones después de la crisis del 2001, el "corralito" que se devoró los pocos dólares acumulados, el ahorro forzoso para pagar las cuotas de la casa, las deudas acumuladas por la quiebra de la tienda y una serie de avatares que parecían imposibles de superar.
            Miles de sombrillas de todo tamaño y color daban a la playa el aspecto de una gigantesca plantación algo desordenada pero armónica. Un inquietante clima de mundo ideal, una especie de aldea poblada por afables desconocidos que miraban hacia algún punto en el mar o en el horizonte, un incesante ir y venir de gente mayor en paños menores, como solía decir la abuela.
            Durante los últimos tres años yo había sido poco menos que un desocupado. Sucesivos golpes económicos y mis propios errores me habían llevado a la situación de un cuentrapropista que no podía pedir un día franco ni unas vacaciones, ni presentar un certificado por enfermedad. Hasta que apareció Vivaldi, el héroe de mi niñez y mi adolescencia, el mejor amigo de mi padre, y me dio una nueva oportunidad.

UN LABERINTO, UNA OBSESION... una búsqueda en Monte Hermoso