Adquiérala en HENRY LIBROS, Alsina 27, Bahía Blanca o www.henrylibros.com VENTAS POR INTERNET: edicionesdelbuscador@gmail.com

viernes, 18 de diciembre de 2015

PREGUNTAS EN LA ARENA... ANTICIPO DEL PRIMER CAPITULO



No sé si los ángeles pueden mover objetos.    
            No sé si existen ángeles femeninos y masculinos.
            No sé si cambian de aspecto según el momento y la conveniencia o se mimetizan para evitar molestias e impertinencias.
            He comprobado, sin embargo, que hay ángeles que se mueven a nuestro alrededor, aunque no siempre lleguen a cumplir sus metas en tiempo y forma. Los ángeles ya no suelen ser como eran en las estampitas y en los amarillentos libros del catecismo.
            Aclaro que no pretendo demostrar ni refutar aquí ninguna teoría al respecto, sino reconstruir algunos sucesos bastante fortuitos y hasta desconectados entre sí. Me propongo revisarlos junto al lector para descubrir si existe algún sentido lógico, alguna moraleja, alguna conclusión que merezca ser escrita en la última página de este libro.
            Algunos nombres han sido cambiados para respetar la privacidad de los protagonistas, y otros simplemente fueron alterados por la progresiva amnesia que ha ido ocupando los espacios que antes ocupaba una memoria inalterable y detallada.

           
La mañana veraniega era perfecta. Algo más de treinta grados, las aguas de Monte Hermoso libres de aguas vivas, una brisa leve y todo el sol. Eran las primeras vacaciones después de la crisis del 2001, el "corralito" que se devoró los pocos dólares acumulados, el ahorro forzoso para pagar las cuotas de la casa, las deudas acumuladas por la quiebra de la tienda y una serie de avatares que parecían imposibles de superar.
            Miles de sombrillas de todo tamaño y color daban a la playa el aspecto de una gigantesca plantación algo desordenada pero armónica. Un inquietante clima de mundo ideal, una especie de aldea poblada por afables desconocidos que miraban hacia algún punto en el mar o en el horizonte, un incesante ir y venir de gente mayor en paños menores, como solía decir la abuela.
            Durante los últimos tres años yo había sido poco menos que un desocupado. Sucesivos golpes económicos y mis propios errores me habían llevado a la situación de un cuentrapropista que no podía pedir un día franco ni unas vacaciones, ni presentar un certificado por enfermedad. Hasta que apareció Vivaldi, el héroe de mi niñez y mi adolescencia, el mejor amigo de mi padre, y me dio una nueva oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario