Algunas de esas historias aparecen en la novela "Preguntas en la arena", cuya trama entrecruza una ficción de búsqueda con recuerdos reales del pasado de Monte Hermoso y sus habitantes.
Escribo en primera persona porque viví una noche mágica, soñada, y quiero agradecer.
En primer lugar al director de la Biblioteca, Eduardo Leoz, un soñador con los pies sobre la tierra, y a Marisa Larsen, una docente que sigue haciendo docencia en el trato cotidiano con centenares de lectores que llegan a ese paraíso de la convivencia ubicado en la avenida Bahía Blanca. El reconocimiento es extensivo al intendente Marcos Fernández, por facilitar un espacio diferente en verano para charlas sobre temas muy diversos, fuera del ruido turístico, brindando opciones culturales que no existen en otros balnearios. Y a Cristian Coronitti, que me sorprendió con el "feliz cumpleaños", cantado por buena parte de mi familia, que viajó especialmente, y por los concurrentes que colmaron el bello y céntrico salón. Un público cálido y respetuoso que me hizo sentir en el living de mi casa, charlando entre amigos.
Mi gratitud se extiende al director del Museo Histórico, Juan Sorensen, un hombre querido y respetado por su comunidad, por su permanente búsqueda y rescate de testimonios que seguramente le permitirán reconstruir minuciosamente la historia de Monte Hermoso, tarea en la que espero poder colaborar. Fue él quien me orientó en los primeros pasos, llenos de dudas, para lograr una correcta localización de la trama de la novela, más allá de sus obligaciones como funcionario.
Fueron muchas las personas que me abrieron una ventana a sus recuerdos y, de distintas formas, me ayudaron a creer en esta utopía: Liliana Montaner, Lucas Ovejero, Aldo Novillo, Mónica Carmelino, Aldo Raimondi, Dora Zabala, Natalia Di Martino, Cax Asprello, Marcos Puccia... y seguramente estoy olvidando a otros que también lo hicieron.
Hago una mención especial a quienes me permitieron darle a "Preguntas en la arena" la mejor vestimenta que pudiera haber tenido: la doctora Paula Siebenhaar y Sheila Cepeda, por la foto de la portada, como también a Eduardo Flores y Catalina Calvo por la nostálgica imagen de la contratapa. He visto a varios montehermoseños impactados por ese maravilloso resumen gráfico que por mis propios medios nunca hubiera logrado.
Destaco, asimismo, la excelente predisposición del presidente del Concejo Deliberante, David Quintana, quien se interesó en este proyecto desde el comienzo, y el buen trato del joven librero Matías, de El Tupí Nambá que -siguiendo la trayectoria de Carlos, su padre- abre sus anaqueles y sus vidrieras a los autores regionales.
Serán los lectores quienes juzguen, elijan, critiquen, padezcan o disfruten la novela. Yo sólo puedo agradecer que me hayan permitido agasajar a Monte Hermoso desde una historia de búsquedas y obsesiones.
Mario dos Santos Lopes
No hay comentarios:
Publicar un comentario